Vivo pensando, pienso en silencio mientras siento lo que antes sufrí,
lo que antes soñé, que se transformó en realidad y en carne,
se tranformó en un sinfín de respiraciones agitadas,
de momentos quebrados por voluntades.
Pero ese sufrimiento ya se vuelve cicatriz,
se vuelve un polvoriento recuerdo,
se filtra como experiencia de vida y de alma,
se muestra como parte de la armadura que se va formando,
como parte de la misma tierra cultivada que florece.
Ya no siento miedo, no siento rencor, no siento frío, sólo ilusión
y sólo caricias de algo que quizás empiezo a vibrar en mi sien y en mi ser,
algo que me convierte otra vez en una criatura vulnerable, sumida y sumergida en un entorno etéreo.
No somos más que seres buscando una caricia que nos fascine y complete...