12 sept 2013

En la vereda del sol.

No pretendo que el paso de las horas me haga sentir más suficiente de mi mismo, pero tampoco creo que las pocas neuronas que parecen entonar en tu mente me dispongan de la respuesta para el silencio que producen tus andares, no tus andares, sino las ausencias de tus andares. Porque yo no alcanzo y el resto no hace falta, no existe manera que cambie la expresión, de que alteres mi razón, más no creo ya en los pocos hilos que se van de mi pensamiento eterno, oculto y desordenado.
Espero, si, espero... como esperan los turistas la brisa de un caluroso verano. Espero pero no a ti, ni a ella, ni a la de más allá, espero más al destino que es más conciso y decidido que el resto. No hay más, ya nada que esperar.. pero espero. Espero y me muero por vivir en la espera algo que la atenue, algo que la esfume.
Ese es el momento en que mis sombras esperan, en que mi mente se altera, en que mi sonrisa se rellena, y vuela, o al menos camina por la vereda del sol.